El pasado domingo falleció Antonio Mezquita, uno de los últimos cazatalentos de la cantera blanca y que se fue coincidiendo con la llegada al club de Florentino Pérez y Ramón Martínez en el 2000. El homenaje del Real Madrid, al que perteneció más de 20 años, fue un brazalete negro el domingo sin minuto de silencio en recuerdo de su alma. Un vago y triste reconocimiento que incluso molestó a jugadores que le conocieron como Casillas o Granero.
La cantera madridista ha perdido hasta esa distinción que la caracterizó. El último vestigio real de señorío fue Vicente del Bosque, el técnico que más títulos ha dado a Florentino Pérez.
Fue el último referente, el que supo manejar los hilos de una estructura familiar donde el cariño, el respeto, los valores y la consideración formaba a los futuros futbolistas. Por contra, el mejor logró de Martínez ha sido despedir a todos los técnicos de los filiales salvo a tres, uno de ellos Toril, que ha rescatado al Castilla que entrenaba el enchufado Menéndez.
Fue una caza de brujas en toda regla, porque Martínez y su mano derecha Giráldez, decidieron acabar con todo vestigio de Ramón Calderón y un gran legado dejado por Míchel.
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